sábado, 27 de junio de 2009

Verbo conflictivo




Cuán fabulosos sería lograr los “quiero”, sus conjugaciones, sus implicaciones, sus libertades.
Cuántas cosas no son realizables de sorpresa tras el uso de un “quiero …”, cuánta planificación surge de un “quiero …”, cuántas dudas vienen de otros tipos de “quiero …”. Cada uso, cada forma, cada estructura gramatical que le adorne trae consigo un elemento ilusorio, ruptura de lo cotidiano, disconformidad con lo existente, generación de nuevos instintos.

En los distintos roles que he jugado en mi vida he escuchado el “quiero” ser utilizado en tantas formas, momentos y estilos que resulta difícil distinguir qué connotación evoca. Creo que a cada segundo estamos queriendo algo o alguien… al igual que alguien quiere algo de nosotros, y –ojalá- alguien en algún lugar del mundo nos está queriendo.

Hace unas semanas expresaba un “quiero” en este espacio… y hace unos días me cuestionaba su utilidad. En fin, vuelvo a mis “quiero”:

Quiero… dejar mi mente volar, sentir que puedo confiar.
Quiero… estar ahí para quienes están, para quienes quieren de mi.
Quiero… saber qué esperar, qué más planear, metida entre el suit de dos localidades.
Quiero… pensar que no es tan fuerte darle pensamiento a sus “quereres”, cuando ellos van ligados a los míos.

Quiero… dejarme llevar, por esta ilusión que inicia, que me conmueve, que me intriga, que crea secuelas en mi ser, que me hace cuestionar otras vivencias, que me hace sentir tan conflictivo este verbo: Querer.


Junio 27, 2009.

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