¿Es la amante la mujer que se acuesta con un hombre casado a sabiendas de que lo es? ¿o puede ser más bien la mujer a quien él dejó por otra, pero que nunca la dejó de querer?
El término “amante” es una de aquellas cuestiones que tiene más discusión de contenido que de contexto. Se entiende a ciencia cierta quién es, qué representa y cómo se manifiesta. Se critica amplia y constantemente qué hace, cómo lo hace y cuándo. Sin embargo, si nos vamos a analizar el asunto, yo me pregunto, ¿quién es la amante?
Decidí entonces darme a la tarea de preguntarle a mis amigas su percepción al respecto, y a mis amigos su idea, y me sorprendí ampliamente con la variabilidad de su función. Para empezar, las mujeres de hoy en día entienden que una ‘amante’ no implica dos cosas “fundamentales” de la típica descripción conocida: sexo y matrimonio. En cuanto a matrimonio me refiero a que no todos los hombres que tienen amante tienen que tener esposa, las hay que simplemente no buscan ningún compromiso, el sexo es el elemento principal, y ambos evitan verse en público juntos –aún ninguno de los dos tenga pareja-; se le conoce más comúnmente como ‘sex-friend’ o simplemente ‘amiga’ (pero con ese tono peculiar en la voz).
El otro tipo es la que no tiene vida sexual con el sujeto –quien sí está casado-. En este caso, ambos disfrutan de otros aspectos, como intereses profesionales o un pasado en común, y son regularmente las que pasan desapercibidas para la ‘esposa aquella’ al venir camuflajeadas de amigas. He aquí el problema: estas mujeres puede que tengan un concepto hasta cierto punto respetuoso, pero escéptico respecto al matrimonio y al rol eminente de la esposa, aunque tengan conflicto entendiendo que esa ‘esposa’ en particular cumple con los requisitos de un hombre como ‘aquel’.
La relación de estas personas –puedo casi afirmar- surje como una genuina amistad y el consumo de tiempo, las situaciones de la vida, los momentos a solas, las cosas del destino (qué se yo!) hace que se vaya tornando en algo más que, en su mayoría de casos, “se ‘entiende’ pero no se ‘habla’ kind of thing”. Para muchas y muchos de los entrevistados este tipo de relación o amistad, o como quieran llamarle, puede resultar muy interesante, y hasta cierto punto más intrigante que la tradicional, pues puede darse un enamoramiento lento y genuino que tiene más posibilidades de supervivencia prolongada que aquella cuyas ataduras son delimitadas por la conexión de los cuerpos.
También hay que resaltar otra categoría moderna de ser “amante”, y en eso debo admitir ser más machista que feminista (cosa MUY rara), y es ‘la ex’, y no toda ex, que quede claro, es esa ex que ha estado ahí, la amiga, la confidente, el paño de lágrimas, la apoyadora, la inconstante, la técnicamente ausente pero simpre presente, la que le conoce el pensamiento, la que interviene en problemas laborales, ahh… ¿sigo?
Y ya termiando el escrito un amigo me recordó que hay las esposas que son también amantes, que –en su opinión- son las que siempre buscan detalles para mantener el romance. Yo he conocido pocas, y debo darle crédito a cada una de que dicha téctica es la mejor aseguranza de un matrimonio “happily ever after”.
Como pueden ver esta moneda tiene muchas caras, y no particularmente sencillas algunas de ellas. ¿En mi opinión? Hay varias consideraciones… Para empezar, hay casos y casos, y ni todos se zafan del estigma del pasado, ni todos son injustificables. Aunque sería más peligroso reflexionar conclusivamente que:
¿Hay conexión directa entre ser amante y ser infiel o se pueden cruzar los cables? Y voy más allá: ¿infiel a quién? ¿a ‘la esposa’, a la realidad, o a su corazón?
Juzguen ustedes…
Enero 2009